El gusto y la memoria deben ser entrenados, educados y refinados. El sabor en particular, no debe monopolizar la experiencia de degustación, sino también la vista, olfato, tacto e incluso el oído para una apreciación completa de las cualidades del Cacao aromático.

Nuestro olfato evalúa un aroma específico la riqueza que diferencia los tonos aromáticos, la finura como calidad de aroma y la persistencia para ver su duración en el paladar. El chocolate MARANKE, cuyos granos son producidos en la Finca Alto Marankiari (Atalaya-Ucayali), se identifica por tener una riqueza donde predominan las notas cítricas, frutales, vegetales y florales.

Su sabor, nos transporta a la dulzura como cualidad de nuestro cacao, pero también a la amargura agradable, que no es excesiva; lo que significaría una fermentación insuficiente o su mala calidad.

Otra propiedad a destacar es la acidez, debido a la importancia para el desarrollo de precursores de aroma.

En la elaboración de chocolates MARANKE, cuidamos especialmente el proceso de fermentación y secado de los granos de cacao, que depende mucho de las condiciones de tiempo.

Las percepciones táctiles son fundamentales para la finura en la micronización de los sólidos emulsionados en la manteca de cacao.

Su astringencia es casi imperceptible y ausente y la redondez como sensación, esférica, de crema y cuerpo, que se siente cuando el chocolate se derrite en el paladar, relacionado íntimamente con la calidad de fermentación y calidad genética de nuestro cacao.

El cuidado en el proceso, está orientado a preservar su extraordinaria característica amazónica natural; así como el tostado, aspecto fundamental que favorece los aromas y sabores del grano logrando un refinado en la pasta hasta alcanzar los 16 micrones de tamaño de partículas y una sensación aterciopelada en el paladar sin rastros de arenosidad y de alta calidad.